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En el panorama empresarial actual, la obsesión por los resultados a menudo desplaza la atención crucial hacia el cómo se obtienen esos resultados. Las organizaciones, en su búsqueda de eficiencia y rendimiento, a veces descuidan el bienestar de las personas que componen su tejido cultural. El clima organizacional, que es esencial para el florecimiento de una cultura positiva, puede pasar un segundo plano en este afán por lograr objetivos inmediatos.

Además, la práctica común de asignar el término "líder" a quienes ocupan posiciones de autoridad sin considerar su verdadero estilo de dirección contribuye a la desvalorización del liderazgo auténtico. Se espera que estos "líderes" desempeñen roles estratégicos y tácticos sin el espacio suficiente para construir las habilidades y la autenticidad necesarias para un liderazgo efectivo.

Romper con esta tendencia es esencial para construir organizaciones que no solo logren resultados a corto plazo, sino que también fomenten un entorno saludable y sostenible. Es el momento de centrarnos en el desarrollo de un liderazgo auténtico y efectivo, donde los líderes no solo guían con autoridad, sino que también inspiran y fortalecen el tejido cultural que sustenta el éxito a largo plazo de la organización.